Cuando un niño se divierte en un juego al aire libre, está involucrado en lo que se llama un entorno exterior, éste es un espacio lleno de gérmenes, toxinas y otros contaminantes que pueden hacer que su cuerpo se vuelva poco saludable.
Debido a que con frecuencia está expuesto a estos elementos dañinos, la respuesta natural de su cuerpo es luchar contra estos invasores, las células invasoras benéficas se convierten en los malos (anticuerpos) y cuando se matan, las células sanas que deberían haberle protegido de los invasores también se infectan y mueren.
El sistema inmunológico lo protege creando glóbulos blancos para matar a estos invasores foráneos y le permite mantenerse sano; las células que luchan contra estos virus y bacterias comienzan como células T ingenuas (células de memoria) que reconocen una proteína similar a un determinado virus.
La proteína luego desencadena una respuesta inflamatoria que hace que los glóbulos blancos engullan el virus; el cuerpo producirá anticuerpos para atacarlo, este es el funcionamiento básico del sistema inmunológico.
Sin embargo, a veces el cuerpo del niño puede estar sometido a estrés o desnutrición, ya que no genera respuesta y no puede reconocer a los invasores; cuando esto sucede, el sistema inmunológico comienza a atacarse a sí mismo, causando enfermedades autoinmunes, como la enfermedad de Crohn y la fibromialgia.
Cuando su sistema inmunológico adaptable no funciona correctamente porque ha estado expuesto a un ambiente poco sano, será más vulnerable a todo tipo de infecciones.
Los niños que hacen deporte como fútbol, columpios o rodaderos u otros deportes, tienen un menor riesgo de contagiarse de cualquier enfermedad, porque al practicar juegos y deportes crean una base consistente de anticuerpos y al sudar pueden eliminar las toxinas que dañan su organismo.